La tragedia mexicana

Alfredo Bravo Olivares*

Para explicar las causas que en México han permitido, por un lado, el fortalecimiento de los grupos en el poder ligados a los grandes capitales y, por otro, la inexistencia de libertades políticas y sociales, es necesario comprender las características históricas de la forma de organización política de este país. Éstas, a través de un proceso degenerativo, nos tienen sujetos a la política de un gobierno de extrema derecha, justo cuando América Latina empieza a despertar del letargo que representaron las dictaduras militares, con un viraje a la izquierda encabezado por Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua.

Uno de los aportes políticos de México a la historia del desarrollo de la humanidad fue la Revolución Mexicana.

La Revolución, sus logros y la traición

El hecho de otorgar garantías sociales como la educación pública y gratuita, la propiedad exclusiva de la tierra para el pueblo, el fortalecimiento del ejido y el derecho al trabajo, se presentaba como una posibilidad para acabar con las condiciones de esclavitud que en la época sufrían campesinos, indígenas y trabajadores.

La caída de Porfirio Díaz se vio sucedida por una serie de gobiernos militares que hacían de la Revolución un mecanismo para repartir los beneficios entre sus correligionarios. La pugna entre los grupos de bandoleros no tenía fin, el asesinato de Zapata y Villa limpiaba el camino para que los seguidores de Obregón tomaran el control, así transitaban los gobiernos “revolucionarios” y el pueblo no veía los beneficios, la tierra no se repartía y las grandes transnacionales seguían enriqueciéndose a través del petróleo y otros recursos.

Con la llegada del general Cárdenas la Revolución Mexicana toma sentido en la expropiación del petróleo y otras industrias, el reparto agrario, la instauración de la educación socialista y sobre todo el desarrollo del Plan Sexenal que sustituía al ineficiente mercado por la planificación, la creación del PNR (Partido Nacional Revolucionario) orientado por una clara idea de la organización de los trabajadores y la creación de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM). El fin era fortalecer el desarrollo de México en sus libertades políticas a través de la organización de los trabajadores, el surgimiento de grandes industrias mexicanas y el fortalecimiento de la idea del trabajo colectivo, proyecto traicionado a partir del momento en que Cárdenas deja el gobierno y lo cede a Ávila Camacho, quien con la transformación del PNR en el PRI (Partido Revolucionario Institucional) suprime el carácter de los ideales de la revolución y convierte a la CTM y a las organizaciones políticas y sociales en mecanismos de control. Así surge una nueva clase política ligada al poder que responde a los intereses del patrón de turno.

Los movimientos sociales van a representar el mecanismo a partir del cual los trabajadores buscan romper con el control político que ejerce el gobierno: los movimientos sindicales de los médicos, los maestros, los ferroviarios y el estudiantil van a ser reprimidos una y otra vez 1. Los movimientos guerrilleros son prácticamente aplastados por los gobiernos priístas por medio de lo que se conoce como la guerra sucia, desapariciones forzadas, masacres, tortura y encarcelamiento: esa es la forma en la que toda una generación fue educada, cualquier intento de participación en la transformación de las estructuras autoritarias del gobierno dominado por el PRI se tradujo en represión.

El punto a partir del cual podemos encontrar una renuncia total por parte del PRI a cualquier vestigio de la Revolución Mexicana es la entrada en vigor en México de las ideas del neoliberalismo, cuando se renuncia a todos los logros de ésta, evidenciándose con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) cuya oposición real se manifiesta con el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Lázaro Cárdenas decía: “La escuela en México necesita un programa que enseñe al niño lo que realmente le sea útil en su mayor edad. Hay que educarlo en contacto con la naturaleza; inculcarle la ideología de la Revolución Mexicana; prepararlo para el trabajo colectivizado, toda vez que México debe lograr su desarrollo por el propio esfuerzo organizado de los mexicanos. De seguir México con un sistema individualista perderemos de aprovechar las riquezas naturales y las ventajas agrícolas e industriales del país.”

Lamentablemente para los mexicanos esta visión fue la que se perdió y basta con echar un vistazo a las condiciones económicas, políticas y sociales de México para ver cuál fue el resultado.

La organización silenciosa de la extrema derecha

Desde que México se declara independiente se manifiesta la existencia de grupos conservadores que pretenden instaurar su visión. Estos grupos son los que van a encabezar la oposición a la Reforma Juarista y a promover la intervención francesa en México. Una vez derrotado Maximiliano pierden fuerza, pero no su influencia. Durante el porfirismo se fortalecen y mantienen cotos de poder a partir de la organización eclesiástica. Triunfante la Revolución, los curas católicos encabezan una rebelión, la de los Cristeros contra el gobierno de Calles, argumentando la falta de condiciones para ejercer el culto. Este levantamiento es derrotado, sin embargo logra echar raíces en el país.

En 1937 se funda la Unión Nacional Sinarquista, movimiento antiagrarista, anticomunista, antisemita y pronazi. El fundador, Salvador Abascal, promovía la instauración de un gobierno católico en México, uno de sus hijos Carlos Abascal fue secretario de Gobernación de Fox. En 1955 en Puebla Ramón Plata Moreno concibe la creación de una organización secreta con una estructura difícil de desarticular, que tuviera como fin la formación de cuadros políticos de extrema derecha, preparados política y militarmente y cuyo objetivo sería instaurar el “reino de Dios en México”, así desarrolla un complejo entramado de organizaciones “civiles”, empresariales y políticas en todo el país, con la estrategia de ir apoderándose de las actividades políticas y económicas. La organización se manejaba por medio de pequeñas organizaciones de fachada que escondían el objetivo real, sólo sus miembros sabían acerca de la estructura y organización del Yunque, bajo juramento eran declarados soldados de Dios y la patria bajo el lema “el que obedece no se equivoca”.

En el libro El Yunque, la ultraderecha en el poder, de Álvaro Delgado (Grijalbo, México, 2002) se describe el proceso de surgimiento y consolidación de esta organización. El primer paso fue la creación de dos organismos de expansión: el Frente Universitario Anticomunista (FUA) y el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), que funcionaban como grupos de choque pero ocultando la labor de captación de jóvenes católicos, anticomunistas y “patriotas”. Del mismo modo el Yunque toma el control de la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos y crea años después la Guardia Unificadora Iberoamericana (GUIA) fundada por el ex Diputado Federal Luis Pazos, y Nueva Guardia y Juventud Inconforme Positiva, desarrollando una estructura de fidelidad entre sus miembros, que pone por encima de la familia y la iglesia a la organización. Los empresarios se unieron para apoyar esta organización, es el caso de Salinas Price, dueño de una de las televisoras que conforman el duopolio informativo en México, quien acepta haber financiado al MURO.

Los empresarios conforman la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) que en la actualidad tiene una profunda influencia política y económica y cuyos presidentes han sido destacados miembros del Yunque, a la vez que crean toda una estructura de respaldo social a través de Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC); Asociación Nacional Cívica Femenina y Comité Nacional Provida, estas últimas reconocidas como organizaciones sumamente conservadoras opuestas entre otras cosas a la utilización de anticonceptivos y al aborto. En años recientes podemos contar con la conformación de algunas organizaciones de fachada que se unen a las que a lo largo de 50 años se han conformado: México unido contra la delincuencia, A favor de lo Mejor y la Asociación Nacional de Padres de Familia (ANPF).

La estrategia fue tomar por asalto el PAN (Partido de Acción Nacional) y controlarlo para tener acceso a los puestos de elección popular y de este modo imponer su proyecto de país. El clímax de su proyecto se dio con Vicente Fox, quien al llegar a la presidencia de la República dio puestos fundamentales a los yunquistas en su gobierno, los más destacados: Manuel Aguilar Mora, actual procurador general de la República; Salazar Sáenz, secretario del Trabajo, y Manuel Espino, líder nacional del PAN, junto con una larga lista de diputados locales y federales, gobernadores y presidentes municipales que junto con las cúpulas empresariales dictan la política económica y social de México. Es evidente que la decadencia del PRI, que gobernó durante 70 años, dio un impulso al PAN y al Yunque, junto con la implantación total del modelo neoliberal, que no debemos olvidar entró a sangre y fuego en América Latina.

La situación actual

El primer gobierno de extrema derecha en México encabezado por Fox trajo consigo el incremento del desempleo, la pobreza, la migración, el hambre y sobre todo de la represión. La política económica dominante ha sido la neoliberal, se ha promovido la existencia de un puñado de diez grupos empresariales que dominan la economía en todos los sentidos. La desigualdad económica no necesita explicarse, Carlos Slim posee 53.000 millones de dólares, siendo así el segundo hombre más rico del mundo, mientras que la economía mexicana no da ni para que los mexicanos coman. El narcotráfico domina una buena parte del país y por si esto no bastara Fox vino a formalizar la existencia de la Policía Federal Preventiva (PFP), policía política que fue creada por Zedillo para desarticular a los movimientos sociales y populares. La PFP debutó en su triste función reprimiendo al movimiento estudiantil de 1999-2000 en la UNAM, que después de una huelga de 9 meses fue aplastado con la encarcelación de más de 1.000 estudiantes, lo que marcó la tónica del sexenio de Fox y la del inicio del de Calderón.

A partir de ese momento sólo se pueden contabilizar fracasos para los movimientos sociales en México, incluso el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco que había frenado la construcción del nuevo aeropuerto en 2001, fue reprimido violentamente en mayo de 2006, teniendo como saldo más de 200 detenidos, ocho casos de violación, cinco de abuso sexual y dos muertos, todo esto a manos de la PFP y del gobierno del Estado de México encabezado por Enrique Peña Nieto. En esta represión colaboraron los tres niveles de gobierno: el federal con filiación panista (derecha), el estatal priísta y el municipal perredista (“izquierda”) con lo que los principales partidos políticos nacionales dejan bien claro de qué lado están.

Esta forma de actuar basada en vejaciones y abuso del poder se repite una y otra vez en México cuando surge un movimiento social; el caso más reciente es el de Oaxaca, que raya en el genocidio. Con la llegada al poder de forma cuestionada de Felipe Calderón, a través de un fraude reconocido hasta por las autoridades electorales, se abre una época de franca ascensión del fascismo en México: el dogma del orden y progreso con la promoción de la mano dura, un neoliberalismo a ultranza, un gobierno ultraconservador, una campaña de combate al narcotráfico que lo único que pretende es la militarización del país, trabajadores que reciben un incremento salarial del 3 por ciento mientras que el ejército y Fuerzas Armadas reciben el 46, un grupo de extrema derecha al frente del país que pretende instaurar un reino oscurantista y el manejo de la falsa izquierda perredista, México se encuentra en una situación trágica, como nunca antes en su historia.

Mientras en América Latina se siente un aire de esperanza, México parece regresar en el tiempo y encaminarse franca y abiertamente a la época de las dictaduras militares, esa es la tragedia mexicana, a la cual este pueblo comienza a hacer frente con base en el esfuerzo, la lucha y la organización.



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